Ejemplos de la práctica de magia astrológica como una herramienta terapéutica (parte 3)

Por “Capulus”

Conferencia presentada en el 2do Encuentro de Astrólogos en México, ENASTROME, Ciudad de México, 5 de Mayo 2013.

Parte 2

Se trata entonces de prácticas imaginarias pero no en el sentido de irreales sino de un arduo entrenamiento y ejercicio educado de la imaginación, la cual tradicionalmente es el órgano de conocimiento espiritual por excelencia. A la pregunta, entonces, ¿de qué son los dioses? podemos decir que se trata de imágenes, pero tanto la imagen como la imaginación tienen una realidad propia. Para comprender esta realidad es necesario imaginarla, saber imaginarla. Digamos que la realidad de la imaginación tiene tanta realidad como uno sea capaz de saber imaginar y si esa imaginación fundamentalmente es lo que llamamos mundo, universo, entonces los ejercicios rituales imaginarios de conocimiento de psique, ejercicios terapéuticos que emplean la recitación y canto de himnos, acompañados de la música que anima el baile, los sahumerios, colores e imágenes correspondientes, son ejercicios terapéuticos, de terapia cósmica pero no en el sentido de aplicar un conocimiento acerca del cosmos para satisfacer mis necesidades narcisistas –esto es importante y parte del proceso pero igualmente se presta para una seria distorsión vanidosa- sino terapia cuya finalidad es el cosmos mismo, la comunidad mayor de todos los seres vivientes de la cual formamos parte. Y no me refiero a forma alguna de misticismo hippie, “abracemos a los árboles”, ni nada por el estilo. Sino a sanar el mundo, parafraseando la propuesta de la psicología arquetípica de James Hillman; la integración y restauración del cosmos en su unidad, planteándolo de manera más críptica. Ahora, desde la antigüedad hay una crítica constante por parte de los filósofos místicos contra los astrólogos, entendiendo por esto a los intérpretes profesionales de cartas astrales; el que no haya una piedad en su práctica sino comúnmente sólo una preocupación meramente técnica y comercial. Irónica y paradójicamente, aunque trabajan con los dioses no saben qué son ni se preocupan por ello. Para estas tradiciones la imagen es el medio fundamental del conocimiento de los símbolos astrológicos, de las realidades que revelan, de los dioses; no los conceptos ni los discursos ni los libros;  un conocimiento de los dioses directo y primario que culmina en la unión, no el conocimiento indirecto y secundario, discursivo, que se genera en la interpretación de una carta astral, el cual, eso sí, puede ser entendido como preliminar al conocimiento directo. El ritual es imagen en acción, una acción teatral; de la misma manera como para los griegos e hindús la vida es una gran representación teatral, a veces una tragedia, a veces una comedia, pero quizás la mayor parte del tiempo una farsa.

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      Una de las definiciones tradicionales de magia, que es la que aquí emplearé, es la de ciencia de las imágenes. Se trata de un trabajo con imágenes que, como señalé, al no depender esencialmente de discursos ni conceptos o de la mente racional, es algo respecto de lo cual nosotros los mexicanos nos hallamos más cercanos, siendo nuestra cultura más sensible a la fuerza de la imaginación –para bien o para mal-, con una capacidad devocional más intensa que la de las culturas europea y gringa, a las cuales, sin embargo, nos empeñamos arduamente en imitar, tiesos y rígidos como son en lo que a la imaginación se refiere. Tenemos necesidad, si queremos hablar de una tradición propia al día de hoy, de desarrollar un imaginario propio. El simbolismo astrológico, principalmente por razones de un eurocentrismo, ha dependido excesivamente del imaginario mítico greco-romano, y además generalmente en una versión “light” y “deslactosada” muy pobre. No propongo que abandonemos dicho imaginario extraordinariamente valioso, sino que nos demos cuenta de que nosotros podemos además enriquecerlo reconociendo otras tradiciones míticas igualmente profundas y amplias y sobre todo más directamente ligadas a nuestra vida diaria, como es el caso de las tradiciones afro-caribeñas que compartimos con todo Latinoamérica, por ejemplo; además, todas las cuales tienen correspondencias y sincretismos con el imaginario católico, un imaginario con el cual estamos mucho más profunda y directamente vinculados que con el greco-romano, desde luego.

      Por ejemplo, la figura mítica de Jesucristo tiene una extensísima y profunda asociación solar, su vida (nacimiento, pasión, muerte y resurrección) siendo rememorada a lo largo del año, el ciclo solar: figura modélica o heroica que representa una realidad interna; el espíritu o el conocedor, la auto-conciencia divina, causa de nuestra conciencia ordinaria; el arquetipo del Hijo de dios, una potencial experiencia para todo ser humano –la auto-realización- y no exclusiva de un solo señor en un exclusivo momento de la historia, literalmente el “hijo de dios”.  Luz, verdad, el camino; justicia y felicidad, todas ellas formas típicamente solares que potencialmente puede mediar esta imagen si descubrimos su realidad en nuestro interior, en vez de dogmáticamente asumir la literalidad del mito como historia. Y bueno, es que hasta puede uno acudir a una iglesia como si fuera un templo solar, el domingo, día del Sol. Una imagen, pues, solar como Sócrates o Buda, pero mucho más vinculada a nosotros al habitar nuestro imaginario colectivo y por lo tanto cargada de libido o vida y emoción propia. Una imagen solar a la que se le puede rezar; pero atención: el rezo supone ser una técnica de apertura del corazón para que surja la intuición, no la repetición monótona de un dogma. De la misma manera las imágenes de la Virgen, que son muy variadas y complejas, son imágenes de la Luna y Venus. Otra poderosa presencia viva en nuestro imaginario cultural o inconsciente colectivo es el Diablo, inquietante imagen del Plutón astrológico; símbolo de lo que en lenguaje de la psicología se llama la sombra.  Podríamos hablar también de las imágenes de San Lázaro y San Cipriano, santos que se corresponden con Saturno, o bien Miguel y Gabriel, desde hace muchos siglos los tradicionales ángeles del Sol y del elemento fuego y de la Luna y del elemento agua respectivamente. Pero quizás algunos, o probablemente muchos de ustedes, piensen que no sienten simpatía o conexión con el imaginario católico; a final de cuentas la mayoría de los astrólogos son renegados religiosos o bien, gracias a dios, dejaron la dogmática educación religiosa de la infancia buscando algo más satisfactorio; pero, ¿simplemente adoptar otro conjunto de creencias me transforma? Si alguien siente incomodidad, antipatía o incluso molestia por estas asociaciones, o bien alegría, deleite o simpatía, me permitiré señalar que eso es significativo en términos psicológicos, ahí hay material de trabajo y la imagen es el medio operativo para vincularse con esa realidad anímica, el medio para depurar y sanar lo que esa imagen simboliza; sanación no sólo personal sino fundamentalmente del imaginario colectivo, lo que quiere decir no sólo social sino cósmico (siendo el cosmos es gran comunidad de la que formamos parte), lo que también quiere decir divino; además lo que por un lado se puede concebir como experiencia de sanación, por el otro supone ser una actividad gozosa, alegre y sensual, como la práctica del canto y del baile. ¿Entonces, no se supone que la energía plutoniana incomode, inquiete? ¿Aquella que por definición se halla más allá de los límites de la hipócrita “corrección política” saturnina, la cual irónicamente permea los discursos comerciales de “la espiritualidad” moderna occidental? Es que una cosa es pensar acerca de esto y otra vivirlo. Esta forma de practicar la astrología puede tal vez parecerles exótica a algunos pero es tal como se practica aún hoy en día en la India, en algunas partes de China así como entre budistas tibetanos; o bien, en algunas pequeñas comunidades en Brasil, Cuba o México, entre otros países latinoamericanos. De hecho, desde la época de la astrología árabe medieval, que recoge la tradición helenística desarrollándola extraordinariamente, hay un intenso contacto e intercambio con las tradiciones de la India y China que directamente influirá en el desarrollo de las tradiciones mágicas astrológicas netamente occidentales del Medievo tardío y el Renacimiento, las cuales parten de un contexto filosófico crítico para con la magia y la astrología respecto a que éstas primariamente no debe ser entendidas como meras técnicas (¡cómo les gusta a los astrólogos fantasear inventando nuevas y nuevas técnicas¡) sino comprendidas como una práctica ética, es decir, comprendidas por medio de una práctica ética, una síntesis subjetiva del conocimiento transformado en experiencia que transforma; un ejercicio contemplativo cuya efectividad depende del estado interno del operador y por lo tanto de su capacidad de auto-transformarse, de una dignificatio o exaltatio –dignificación o exaltación- del ejecutante, si usamos los términos latinos.

      Por último he de mencionar que algunas de las técnicas rituales de las que hablaré, en cierto sentido, algunos de ustedes ya las conocen; por ejemplo, aquellas relacionadas con los ancestros, los muertos y el mundo inferior, plasmando así el simbolismo de Marte, Saturno y Plutón. Nada más que a estas prácticas de comunicación con los ancestros ahora les llamamos “constelaciones familiares”. ¿Uno no tiene que creer literalmente en fantasmas para entender que nuestros ancestros están presentes de muchísimas maneras en nuestras vidas, nos les parece? No digo que sean lo mismo, pero sí que cumplen funciones análogas. Nada más que, incluso los astrólogos que también “constelan”, como dicen usando un extraño neologismo, parece que no tienen medio de vincular ambas prácticas, la astrológica y la de las constelaciones, algo que la tradición comúnmente contemplaba como prácticas que pueden coordinarse con el simbolismo astrológico, y no me refiero solamente a lo que sucedería si las constelaciones se realizaran en el momento astrológico propicio, que ya en sí sería un elemento fundamental, sino que el simbolismo astrológico mismo, aplicado y experimentado ritualmente, puede ser un medio por lo menos igualmente efectivo; digo por lo menos, aunque obviamente estoy implicando que me parece que puede serlo más, dada la sinergia que es posible que así sea generada. Recalco esa posibilidad de que sea generada, pues, dicen los teúrgos, la práctica mágica de ninguna manera subordina a la divinidad ni al cosmos a mi voluntad; la disciplina de la voluntad es una condición necesaria pero no suficiente; dicho de otra manera, el resultado no depende en última instancia del operador; pensarlo así sería asumir una postura muy infantil respecto a la magia, como si fuera algo así como lo que hace Harry Potter; una imagen que precisamente retrata nuestra tan infantil concepción cultural de la magia; lo que no quita que efectivamente pareciera que en la magia siempre ha hay algo muy juguetón, lúdico. La licencia operativa del ejecutante, su autoridad efectiva o dominio, está en el sí mismo; es proporcional a su capacidad para el auto-dominio –muy lejano y contrario del reprimirse a uno mismo- o expresión de la autoridad del sí mismo, objetivo de la práctica ética filosófica, la cual, en términos de una teología poética, o mitología, se concibe que culmina en la unión entre el sí mismo o unidad individual y el sí mismo total o unidad absoluta simbolizada por ese yo divino creado por el teúrgo, creador de dioses.

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La Astrología y Los Ángeles

Cita

*Apuleyo sobre la naturaleza del Daimon

      “Este daimon a que me refiero es un verdadero guardián, prefecto singular, observador íntimo, cuidador particular, conocedor confidente, indicador asiduo, árbitro personal, testigo inseparable, reprobador de las malas acciones y alabador de las buenas, con tal que se lo reconozca religiosamente, se lo comprenda con sinceridad y se lo honre piadosamente, como fue honrado por Sócrates con justicia y pureza de costumbres; es previsor en las incertidumbres, consejero en las dudas, protector en los peligros, alivio en las necesidades; el cual podrá mediante sueños, señales especiales e incluso quizá con su presencia visible, cuando el caso lo exija, preservaros del mal, favorecer vuesto bien, levantaros de las caídas, sosteneros en las vacilaciones, aclarar asuntos difíciles, guiar la buena fortuna y corregir la adversa.”

*Del Grupo de estudio La Astrología y Los Ángeles

 

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Ejemplos de la práctica de magia astrológica como una herramienta terapéutica (parte 2)

Por “Capulus”

Conferencia presentada en el 2do Encuentro de Astrólogos en México, ENASTROME, Ciudad de México, 5 de Mayo 2013.

Parte 1

Las últimas décadas hemos visto la recuperación y traducción de textos astrológicos, muchos de los cuales no habían sido conocidos desde hace siglos o incluso milenios, si pensamos en el material babilónico, la “tradición madre” que heredan los griegos, a la cual añaden elementos egipcios y persas todos los cuales son sintetizados y formulados en términos de su discurso y vocabulario filosófico, pero de acuerdo con una idea de filosofía y razonamiento mucho más compleja e integral que la idea moderna de filosofía tal como se enseña en las universidades, sino una idea de filosofía como forma de vida y práctica espiritual que incluye e integra el método y rigor demostrativo; esto es parte de lo que está cambiando, precisamente, el darnos cuenta que la visión del mundo griego antiguo es mucho más cercana a la de la India y China y no el antecedente natural del pensamiento europeo moderno, que dogmáticamente llamamos “científico”, cuando más bien se halla subordinado a una ideología comercial y tecnológica. La academia occidental, las formas contemporáneas de producción de conocimiento viven un entrampamiento burocrático mayúsculo, crítico (algo que incluye, por supuesto, a las asociaciones astrológicas) pero al mismo tiempo hay una mayor apertura a investigar estos temas y también un mayor involucramiento de los practicantes de la astrología con la academia. De toda esta investigación surge una imagen de la astrología como una muy poderosa herramienta de diagnóstico pero que ha perdido contacto con su propio reportorio ancestral de remedios prácticos, de prácticas rituales astrológicas, tanto enfocadas en lo externo como en lo interno pero de hecho, enfocadas a la integración de ambos; basadas en el mismo diagnóstico a partir de la carta astral y que emplea un amplísimo sistema de correspondencias entre los planetas y signos zodiacales y todos los reinos del mundo natural. Se trata de experimentos psicológicos, de un performance filosófico que propicie el conocimiento y la unión con los dioses. Es muy importante entender que los antiguos no creían en los dioses como, por ejemplo, comúnmente se piensa que un religioso cree en dios, sino más bien algo más cercano a como creemos en los personajes de una película: dentro de un espacio ritual colectivo, dentro de la sala del cine, durante la proyección de la película, creemos, nos identificamos con diversos personajes, sufrimos o gozamos con ellos, vivimos una experiencia que nos transforma emocionalmente, una experiencia que adquiere una realidad propia, pero al acabar la película nadie se preocupa por la existencia de los personajes. Al hablar de dios o de dioses estamos usando metáforas, imágenes, pero metáforas e imágenes vivas, que tienen una realidad propia. Claro que en la antigüedad existían, al igual que ahora, interpretaciones populares y supersticiosas acerca de dios o los dioses, pero en las tradiciones cultas -simplificando mucho las cosas- los dioses son interpretados como los atributos, los aspectos, los rostros o incluso los miembros de una divinidad superior desconocida e inefable, dios de dioses que carece de todo atributo o forma, por lo tanto ni se le rinde culto ni es posible conocerla directamente sino por medio de sus manifestaciones divinas o dioses, potencias administradoras del cosmos; raíces del universo de nuestra experiencia que como tales le dan sustento, vida y orden. El cosmos es el gran templo divino que tiene un extraordinario altar, la bóveda celeste en donde se encuentran los astros, estatuas de los dioses cuyo acto de creación eterna del cosmos es un acto ritual dedicado al dios de dioses; el devenir cósmico es una plasmación litúrgica. El universo es el cuerpo o la manifestación divina por excelencia, es un lenguaje vivo. Es decir, de alguna manera, lo que metafóricamente llamamos dioses son realidades inteligentes, vivas y consientes o con una vida propia o en sí, ellas mismas parte de un lenguaje divino de algo que, amoroso y juguetón -otra descripción metafórica- busca dialogar con nosotros y en nosotros y que para ello plantea y acepta su antropomorfización como una forma de entendimiento común basada en la analogía pero que por lo tanto no puede ser entendida simplemente de manera literal. Así pues es como los dioses se manifiestan, se dan a conocer en la imaginación, iluminando la imaginación de los teúrgos o practicantes que interpretan filosóficamente su arte ritual astrológico. Son los dioses, en este sentido, quienes revelan los símbolos astrológicos; es decir, los símbolos no son, en última instancia, una construcción humana, racional y consiente, sino una manifestación de la naturaleza, que también quiere decir del cuerpo, una manifestación en la imaginación donde la naturaleza o el cosmos nos interpela. A diferencia de la filosofía moderna que ha conformado la comprensión de la psique de la psicología moderna, algo que también está cambiando profundamente en las últimas décadas, para los griegos la psique no es algo ni que literalmente sea “mío” ni que esté literalmente dentro de mi cuerpo; para algunos filósofos platónicos, por ejemplo, de hecho es al revés, el cuerpo está en el alma, no el alma en el cuerpo. El alma es el mundo o naturaleza, conformada desde su interior por los paradigmas o categorías fundamentales de la existencia, representadas por los astros.

Parte 3

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Ejemplos de la práctica de magia astrológica como una herramienta terapéutica (parte 1)

Por “Capulus”

Conferencia presentada en el 2do Encuentro de Astrólogos en México, ENASTROME, Ciudad de México, 5 de Mayo 2013.

      Esta conferencia la dividiré en dos partes, una primera parte que me tomará no más de veinte minutos, donde hablaré sobre el contexto histórico mínimo y los principios filosóficos básicos para comprender la práctica de la llamada magia astrológica. Y una segunda parte, el resto de la conferencia, donde presentando ejemplos basados en el análisis de cartas natales, horarias y de eventos; buscaré ilustrar cómo se aplican algunas de estas prácticas rituales, ejercicios simbólicos y contemplativos que conjugan metafísica y psicología con técnicas terapéuticas y cuya orientación es tanto mundana como espiritual, pues para la visión del mundo y la existencia en donde originalmente se desarrolla la astrología, divinidad y mundo no son dos cosas distintas sino dos aspectos de una misma realidad, y lo que llamamos nosotros espiritualidad consistía en el arte de integrar ambos aspectos aquí y ahora, unir trascendencia e inmanencia en la experiencia de una sola realidad total y compleja, pero al mismo tiempo, unidad absoluta más allá de cualquier par de opuestos o polaridades y por lo tanto, realidad contraria a cualquier interpretación dualista de la misma.

      Magia o práctica ritual astrológica la cual, de hecho, ha formado el núcleo esencial, el corazón surtidor de los motivos simbólicos e imágenes principales de las tradiciones mágico-religiosas de lo que hoy llamamos Occidente. Desde la más temprana historia de la humanidad atestiguamos el indisoluble vínculo que nuestros ancestros reconocían entre fenómenos celestes y divinidad. Incluso en la visión cristiana del mundo, en términos generales visión compartida por las tres religiones abrahamicas, es decir, la visión dominante acerca del universo en la llamada cultura occidental, la cual, en tantos sentidos es contraria, diametralmente opuesta a la comprensión astrológica del mundo y el universo de la propia tradición astrológica; incluso en esa interpretación de la realidad que es la mitología bíblica, dominan los motivos cosmológicos para representar a la divinidad. Menciono esta tensión entre el modelo de comprensión del mundo, la vida y el ser humano en el judeo-cristianismo y la astrología propiamente, cuyo origen, en la forma que la conocemos, la reflexionamos y practicamos, es griego; menciono esta tensión, reitero, pues hay que tener en cuenta que el newage o nueva era y el esoterismo occidental moderno son productos del Cristianismo, compartiendo con el mismo una visión dualista de la realidad (un dualismo espíritu/cuerpo y divinidad/mundo); esto incluye a pensadores como Jung. Ahora, esto no es un problema exclusivo de la historia de la Astrología, sino que pertenece a una dinámica cultural mayor que incluye la historia moderna de la Filosofía y la Ciencia donde prácticamente todos los grandes nombres corresponden a pensadores con un fuerte compromiso religioso cristiano, de una denominación u otra, cuando no directamente son sacerdotes. Pareciera que al día de hoy la ciencia cumple papeles análogos al de la religión anteriormente; la ciencia ha tomado su lugar. Ahora, si bien el paradigma de comprensión cristiano ha sido, culturalmente, el paradigma dominante, los últimos cincuenta años aproximadamente ha habido enormes cambios, profundas transformaciones en nuestras creencias acerca de las creencias de las culturas antiguas, ya no necesariamente vistas como expresiones de pensamiento primitivo, salvaje y supersticioso, pseudo-ciencia, etcétera (aunque paradójicamente al día de hoy incluso hay muchos astrólogos que piensan así) sino formas de pensamiento complejo y muy sofisticado pues reconoce a su vez otras formas de pensamiento alternas y superiores a la racionalidad discursiva o lo que comúnmente llamamos razonamiento; formas de comprensión que además directamente vinculan y posibilitan un dialogo con el mundo y con el cuerpo, a diferencia del pensamiento discursivo consiente que en su ejercicio de separar y distinguir, potencialmente puede enajenarse, confundiendo conceptos e ideas con la realidad, pensando, por ejemplo, que la distinción entre cuerpo y mente o entre divinidad y mundo corresponde literalmente a dos cosas distintas…la trampa de Saturno, dicen los textos herméticos antiguos.

Parte 2

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