Feliz día de los astrólogos. A propósito de la fiesta cristiana de la Epifanía, cuando Jesucristo recién nacido es reconocido por los Reyes Magos, cabe compartir algunas breves reflexiones acerca de la magia y su relación con la astrología, temática que pretendo abordar de diferentes modos a lo largo de este año 2023 que apenas inicia: comienza un nuevo ciclo; la eterna recurrencia del inicio de un nuevo ciclo temporal de vida. Para designar este cruce entre temporalidad y eternidad, los griegos antiguos usaban el término aión, el cual puede traducirse en ambos sentidos (traducir por “era” también viene al caso). Pero aión, además de ser un principio tanto teológico como cósmico, asimismo es una divinidad de los misterios, de la mística helénica de la antigüedad tardía. Aión es un dios cuya epifanía se celebraba el 5 y 6 de enero en Alejandría, por ejemplo, tras su nacimiento de la diosa virgen Kore-Isis. Divinidades todas ellas vinculadas con los astros así como con el Zodíaco.
En el caso del mito de la Epifanía cristiana ocurre algo similar, los magos siendo vinculados con las estrellas: los “caldeos” que llegan de Oriente son sabios astrólogos que han sido guiados por los astros, por una estrella muy particular. Por ejemplo, dicho vínculo permanece y es ilustrado hasta al día de hoy por la conexión que hallamos en el imaginario popular entre los Reyes Magos y las tres estrellas del cinturón de (la constelación de) Orión, llamadas “los tres Reyes Magos”. Y es que desde la antigüedad magia y adivinación, magia y astrología son inseparables; se trata de prácticas piadosas cuya finalidad es llevar a cabo la voluntad divina: para hacer la voluntad de los dioses (magia), es preciso, en primer lugar, conocer qué es lo que ellos disponen (adivinación). Aquel que pretende actuar no de acuerdo con la providencia divina sino exclusivamente de acuerdo con su voluntad egoísta, es un brujo, en el sentido peyorativo o negativo del término; quien víctima de su propia ignorancia, cree poder sobornar a los dioses, o peor aún, poder someterlos a sus cálculos mezquinos. Frente a un pronóstico difícil de lo que es una tendencia conflictiva, cabe la posibilidad de contrarrestar remedial y ritualmente dicha tendencia pero siempre de acuerdo con la ley cósmica que todo lo ordena, la cual prevee e integra nuestro libre y creativo actuar, no lo anula.
Si bien el término magia tiene su orígen en la antigua Persia, son los griegos y posteriormente los romanos quienes nos lo transmiten, asociado a la filosofía, a un conocimiento acerca de lo divino. Como explica el mago platónico Apuleyo, la magia es un arte que, integrado por el conocimiento filosófico, acepta a los dioses inmortales, siendo “muy instruida de las formas de honrarlos y venerarlos; es piadosa, pues, y conocedora de la divinidad” (Apología, 25-28; cf. Platón, Alc. I 122e y 123a). La magia es un arte, una técnica dominada por especialistas quienes tienen la capacidad de comunicarse directamente con los daimones y los muertos, pero, más allá de esto, la magia es la dinámica metafísica de la realidad misma: el mundo que experimentamos es el producto de la magia de los dioses; el arte mágico recrea el quehacer divino. Arte asociado con el arte de gobierno; la magia es el modo en que los dioses gobiernan el mundo, de ahí que los magos participaran en la educación de los príncipes persas, instruyéndolos en la virtud; coinciden, pues, la figura del gobernante y la del mago. De hecho, la magia es una metáfora del gobierno también en un sentido ético: el magisterio supone un auto-control, dominio que a la vez coincide con una entrega o servicio a un principio superior.
En última instancia no puede entenderse con explicaciones qué es la magia sino que es necesario experimentarlo directamente; no obstante se trata de una tradición de sabiduría, de una práctica espiritual que opera más allá del ámbito de la racionalidad discursiva, que no por debajo (lo irracional) sino superándole, ubicándose en el ámbito de la meta-racionalidad; filosofía práctica que integra ciencia, arte y espiritualidad, al servicio del Sí-mismo, de la auto-realización del ser humano: expresión de nuestra verdadera voluntad y ser. Sí-mismo, principio espiritual del alma, nuestro Sol y rey interior, nuestro corazón espiritual, el cual, para la cultura cristiana, encarna el mago Jesucristo. Su nacimiento es señalado por una “estrella”, identificada con una peculiar conjunción Júpiter-Saturno, la cual marca el inicio de una nueva época o era. Peculiar dado que ocurrió tanto en longitud como en latitud zodiacal, de manera que, desde nuestro punto de vista en la tierra, se amalgaman ambos astros formando una sola estrella; fenómeno cuya ocurrencia es rara, que no única, pues recientemente algo similar sucedió. El 21 de diciembre del 2021 pudimos observar en los cielos el bello y extraordinario fenómeno de la conjunción de Júpiter con Saturno en Acuario, domicilio diurno del planeta de los anillos, asociados con la revelación platónica y hermético-kabalista por parte del filósofo, astrólogo y mago florentino Marsilio Ficino y sus seguidores (aquí puedes ver la publicación pasada de mi blog: Ficino, los “misterios de Saturno” y la reciente gran conjunción Júp.-Sat. en Acuario https://capulus.com.mx/ficino-los-misterios-de-saturno-y-la-reciente-gran-conjuncion-jup-sat-en-acuario).
Este es un presagio propicio para la recuperación de la tradición astrológica; para que la astrología reconecte tanto con su aspecto filosófico y contemplativo como con su tradición remedial, ritual y mística; para reconocer su propia tradición filosófica (platonismo y hermetismo). Pero también para recuperar la profunda y extraordinariamente bella tradición espiritual de la astrología ritual (de relación directa con las inteligencias celestiales), que desde sus inicios hasta el renacimiento ha formado parte integral de la tradición. Ficino ve en Jesucristo al mago y rey-filósofo quien corona la sucesión de profetas de la tradición primordial (Prisca Theologia), la cual tiene su origen en Zoroastro y Hermes Trismegisto, seguidos por Orfeo, Pitágoras y Platón. Símbolo vivo del Sí-mismo -mencionamos-, cuando Jesucristo recién nacido es reconocido por los Reyes Magos, es reconocido como su príncipe, como el Rey de reyes, según el mito cristiano. El Rey ungido o mesías, el dionisíaco mago-salvador que mora en lo profundo de nuestra alma y a cuyo servicio están la magia y la astrología.
Cd. de México, 6 de Enero del 2023.
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