Aleister Crowley y la Astrología

“Cada hombre y mujer es una estrella”

El Libro de la Ley, A. Crowley.

En los últimos años hemos observado cambios significativos en el modo en que la academia considera a la figura de Aleister Crowley (1875-1947), dedicándole serios estudios (p. ejem., Aleister Crowley and Western Esotericism; Oxford, 2012), lo cual es expresión de una relativa rehabilitación del místico rebelde y extraordinario visionario inglés, apreciable también en las nuevas biografías publicadas recientemente, realizadas por escritores reconocidos; no por pseudo investigadores que exageradamente explotan el morbo con un afán de lucro y atención, o bien, fanáticos, seguidores zombis del gurú. Crowley, poeta y escritor prolífico así como viajero infatigable, fue pionero del conocimiento del yoga y del budismo en occidente, asimismo, del estudio de los estados no-ordinarios de conciencia en correlación con el empleo de sustancias psicoactivas y la actividad sexual. Crowley fue un mago e intelectual heterodoxo, un místico sexual, enfant terrible de la escena oculta de finales del siglo xix, principios del xx; uno de los pensadores esotéricos más brillantes y revolucionarios del occidente moderno. Como profeta, Crowley lideró un movimiento tanto filosófico como místico/religioso, Thelema, una especie de gnosticismo hermético-cristiano, que ofrece iniciación, instrucción en la magia (magick), como un método de auto-realización del individuo, de realización de su/la Verdadera Voluntad

Posteriormente, Crowley se volvería una figura icónica para la contra-cultura, famosamente apareciendo en la portada de un álbum de los Beatles (Sgt. Peppers’), inspirando desde a los beatniks, a Timothy Leary o David Bowie. Tras ello, vendría una fascinación por su figura en la cultura popular anglo parlante, en particular en el caso del rock (Led Zepellin), como el heavy metal y géneros más “pesados”, que derivaría en una caricaturización de su figura -como de cómic-, como un brujo negro libertino, drogadicto y pervertido, un maniaco sexual satánico. Y es que, a pesar de lo referido al inicio de esta publicación, persiste en internet la burda caracterización del inglés como una especie de maestro negro, ¡como uno de los más connotados satanistas! Sin embargo, incluso una somera revisión de su obra demuestra que este calificativo es absurdo. Y no pretendo hacer una apología o defensa de un individuo que se dedicó toda su vida a jugar con su nombre (llamándose a sí mismo la Bestia) para incomodar a la burguesía de su época de manera tan efectiva que los tabloides lo llegaron a titular “el hombre más malvado del mundo”. Es cierto que Crowley, como buen ascendente Leo, disfrutaba la publicidad (en otra ocasión hablaremos de su carta astral), a lo que respondía con un instinto dramático notable. Ya en su tiempo se vió envuelto en diversos escándalos, siendo visto por algunos contemporáneos como un payaso excéntrico, lo que, por otro lado, me parece que es natural tratándose de un buscador que, deliberadamente, inspirado en parte por sus maestros tántricos, practicaba la transgresión como un medio de liberación, seguido jugando espiritualmente con los prejuicios de la gente, tanto detractores como seguidores, estudiantes y asociados. Además, todo esto en un contexto cultural de extrema rigidez intelectual y emocional, como lo fue la época victoriana. Hasta el día de hoy es observable dicha proyección infantil de prejuicios sobre su figura, particularmente de parte de actuales supuestos esotéricos (que no pueden ni distinguir entre una categoría filosófica y una categoría comercial), algunos tan, pero tan espirituales, tan blancos y elevados… que claro que tienen derecho de juzgar a los demás… ¿no? 

Pero lo que poca gente sabe, algo que sigue siendo muy poco apreciado, es que Aleister Crowley fue un muy destacado y experimentado astrólogo, de lo que hablaré en subsiguientes publicaciones. Lo que llama la atención, pues su medio inmediato, por ejemplo, la llamada Órden del Amanecer Dorado (Golden Dawn), a la que Crowley perteneció y que tanto ha influenciado en el ocultismo contemporáneo, tenía un conocimiento más bien básico de la astrología (su fuerte siendo, digamos, la cábala y el tarot), como era el caso, en lo general, de los movimiento esotéricos y ocultistas de s. xix y principios del xx, como sucede con la teosofía y sus derivaciones (no obstante, hay dos notables excepciones, ambos asociados a la teosofía, como Alan Leo y Walter Gorn, “Sephariel”). Claro que, tratándose de un mago, el simbolismo astrológico abunda en su obra y práctica ritual. Hay un bello y exaltado elemento devocional en su filosofía mágica, relacionado con lo astral. Incluso están documentadas sus interacciones ceremoniales con algunas inteligencias de los planetas clásicas, como el caso de sus invocaciones del espíritu de Marte, Bartzabel, quien a principios de 1914 anunciara la gran guerra que en el verano de ese año estallaría. 

 (Tabla tomada y traducida de The General Principles of Astrology, A. Crowley, Weiser 2002)

Por su conocimiento astrológico, me refiero particularmente a la horoscopía, especialmente, la astrología natal. Hay registros de que, según esto, comúnmente, en reuniones sociales, Crowley de inmediato sabía el ascendente de los presentes; con solo observarlos podía determinar hasta el grado del signo en cuestión. Tal era su dominio de la astrología natal que Crowley escribió libros de astrología para Evangeline Adams, una de las astrólogas occidentales más famosas del siglo xx. Crowley no recibió ningún crédito por ello, una de las razones por la que obra astrológica es muy poco conocida; solo una parte de ésta ha sido traducida al español, hasta el momento. Crowley ha sido principalmente reconocido por el extraordinario tarot que produjo junto con Frieda Harris, el Libro de Thoth.

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